sábado, 29 de abril de 2023

Fahrenheit 451

Ray Bradbury, Fahrenheit 451 (1953)

Fahrenheit 451 es quizá la obra más conocida de Ray Bradbury, autor de novelas, cuentos, poemas, ensayos, guiones de películas de animación, adaptaciones cinematográficas y series. Un entusiasta enamorado de la experiencia de leer y escribir, como muestra en esta entrevista.
Os propongo algunas preguntas, que por supuesto no requieren respuesta, pero que durante la lectura pueden orientar la mirada hacia aspectos interesantes del relato.

  • La ciencia ficción y la fantasía (él se consideraba un escritor de lo segundo) han mostrado desde su origen su capacidad para hablar con lucidez sobre el presente y sus problemas. A Bradbury, en particular, le preocupaba todo lo que puede quitar al ser humano la capacidad de amar, apreciar la belleza y relacionarse de manera auténtica con otras personas. ¿Se parece la novela a lo que esperabas de un relato de este género?
  • ¿La sociedad descrita en el libro dice algo sobre la nuestra? ¿Qué tiene en común con nuestro presente? ¿Es una novela sobre la importancia de los libros o, en realidad, da más valor a otras cosas?
  • ¿Hay esperanza en el relato? ¿Dónde se encuentra? ¿Plantea alternativas viables? Hay distopías que ayudan a tomar conciencia sobre los riesgos de nuestra sociedad y nos motivan a construir un futuro mejor. Otras, por el contrario, generan sobre todo desesperanza y la sensación de que nuestros esfuerzos nunca serán suficientes. ¿En qué se diferencian?
  • Sobre el estilo de Bradbury: hay bastantes referencias en la novela a elementos de la naturaleza, pero algunos transmiten sensación de vida y otros están inertes, "muertos". En cuanto al fuego, que parece muchas veces tener conciencia propia, ¿cuándo es amenazante y cuándo protector?
  • Cualquier ficción que propone un mundo en el que algunas premisas se diferencian de las actuales necesita explicar a quien la lee o ve sus reglas (lo que ahora se llama “construir el lore”, el trasfondo o contexto). De esta forma, se reduce la posible desorientación frente a la obra, aunque nos siga generando extrañeza. ¿Presenta Bradbury con suficiente claridad la dinámica social en la que se sitúa la novela?
  • ¿Algún personaje os genera un especial interés? Por ejemplo, ¿cuál creéis que puede ser el pasado de Beatty, del que solo se dan algunas pinceladas?

Una reflexión personal

Ochenta años después de su publicación original, hay interpretaciones de la novela que, por complacientes o por centrarse en lo accesorio, se alejan de las preocupaciones y objetivos de su autor. Es inevitable que una obra tan llena de sugerencias como esta dé lugar a interpretaciones contrapuestas, seguramente marcadas por la ideología y convicciones de cada lector. Lo que sigue es, por tanto, una interpretación muy personal de la obra.

Fahrenheit 451 presenta una sociedad en la que el principal problema no es, como suele considerarse en el imaginario popular, la quema de libros. Resulta fácil sentirse indignado hoy ante la idea de destruir ejemplares. Sin embargo, creo que esa reacción no se debe tanto a la preocupación por el triunfo de la censura o la limitación del derecho de expresión y de la libertad de pensamiento, como a la influencia de un contexto económico en que se potencia el libro únicamente como objeto de consumo.
En El bibliómano ignorante, un ensayo del siglo II, Luciano de Samósata, que se considera pionero de la ciencia ficción, se dirige a un interlocutor (seguramente hipotético y, por eso, en realidad a cada lector) para realizar una sátira sobre algunas costumbres que siguen vigentes: aparentar en público, el falso elitismo cultural, la compulsión de poseer solo para mostrar... En definitiva, el dar más importancia al objeto como fuente de estatus que al contenido como vía para acceder al conocimiento y la belleza.
Para Bradbury, más lector apasionado que consumidor, los libros tenían un valor extraordinario por ser el vehículo para vivir una existencia activa, creadora y consciente. La desgracia de Montag o Mildred no es (solo) no leer, sino haber dejado de reflexionar y tener conversaciones significativas, sepultar la naturaleza bajo la artificialidad, perder el contacto con el mundo exterior (personas, lugares, ideas, crítica del sistema sociopolítico) y sustituir las emociones por una estimulación constante y pasiva. Eliminar el dolor supone acabar con los recuerdos, el deseo y el conflicto interno, morir en una vida anestesiada, convertirse en un recipiente vacío.
De hecho, la sabiduría de Clarisse, uno de los detonantes de la toma de conciencia del protagonista, procede del pasado transmitido oralmente por su tío, de la convivencia familiar y la experimentación directa del mundo. En cambio, el villano Beatty sí ha tenido contacto con los libros, aunque retuerce su mensaje hasta utilizarlo como un arma.

Además de lo ya dicho, Fahrenheit 451 refuerza mi convencimiento de que la desinformación es pieza clave en cualquier proceso de dominación social: los habitantes de la ciudad prefieren vivir de espaldas a la guerra que se cierne sobre ellos, mientras consumen ficción diseñada por algoritmos o mensajes rápidos muy similares a nuestras redes sociales y a los programas de entretenimiento barato…
 

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