domingo, 11 de junio de 2023

El canto de las tortugas

Javier Tomeo, El canto de las tortugas (1998)
-Algo falla -le digo a Roque-. En estos tiempos se habla demasiado de razón y de razonable.
El canto de las tortugas es una obra representativa del mundo propio, constantes temáticas y estilísticas de su autor. Escritor fuera de las dinámicas del mercado editorial español, recibió más  reconocimiento comercial (ediciones, adaptaciones teatrales) en el extranjero. Además, se situó al margen de la novela social imperante y de su alternativa, un surrealismo de estructuras y lenguaje complejos.
Le dije que, además de los libros normales que cuentan las cosas como son, tengo otros libros en los que puedo aprender cosas que no explican los demás libros.
Pese a no adscribirse por completo a ninguna de estas corrientes, la producción de Javier Tomeo tiene puntos en común con ambas.
Por un lado, refleja claramente la naturaleza de nuestra sociedad. Su atípico protagonista y las relaciones que entabla con el resto de personajes nos invitan a reflexionar sobre las relaciones de desigualdad, la soledad y la falta de empatía. En este pueblo sin nombre está muy claro quiénes son las víctimas y quiénes los culpables de su situación.
Al mismo tiempo, utiliza elementos que lo alejan de la narrativa convencional, como las conversaciones del protagonista con un otro yo alojado en el espejo, la distorsión de la percepción o la referencia a animales con características imposibles, como el unicornio o el gallitigre, ya presentes en relatos anteriores.
-Puede que no lo sea en la vida real -reconozco- pero es normal en las fábulas que nos inventamos los hombres para comprender mejor la realidad.
El retrato social se completa mediante recursos habituales en el resto de sus novelas y cuentos. Por ejemplo, los diálogos cuestionadores del protagonista con los presentadores de televisión permiten criticar el papel de los medios de comunicación como instrumentos de dominio por parte de los poderosos.
Y, más allá de la enfermedad mental, este ser aislado, con pocas habilidades de comunicación, temeroso ante la amenaza que suponen sus congéneres, enfrentado a un mundo que no comprende, rígido defensor de sus propias ideas... nos da en varias ocasiones una lección de solidaridad y valentía.
 
Algunas veces, sin embargo, pienso que a lo mejor lo hace a propósito, para obligarme a pensar más, es decir, para que sea yo mismo quien encuentre las preguntas a las respuestas que tanto me inquietan.
El canto de las tortugas se basa, en buena medida, en la deformación de la realidad, lo que permite a su autor construir una alegoría -es decir, una obra de arte que usa símbolos para expresar un significado oculto o escondido, habitualmente moral o político-. Para que cobre sentido y valor, requiere de la participación activa de quien accede a ella. ¿Esta novela trata, por tanto, solo de lo que hay en el texto o depende de nuestras expectativas e interpretación?
Tomeo exige entrar en su juego para no quedar atrapado en el asombro y el sinsentido. Muy interesado por el psicoanálisis clásico, parece abrazar la intención surrealista de mostrar y cambiar lo externo a partir de las reacciones internas que provocan sus creaciones. ¿Qué estado de ánimo os ha provocado la lectura? ¿Qué os ha sugerido?
Para finalizar, os recomiendo la lectura de dos entrevistas al autor, realizadas por Elena Pita (con muchas referencias al papel de los animales) y Antón Castro. En otras declaraciones para El País comentaba:
Si puedo escribir algo en dos palabras no utilizo cuatro (...) Me gusta practicar la economía de lenguaje, intentando ajustarlo al máximo, siempre al borde del precipicio. Yo diría que mis novelas son como caramelos con un envoltorio transparente. El color se ve, pero lo difícil es descubrir el sabor.

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