domingo, 28 de agosto de 2022

La tía Tula

Miguel de Unamuno, La tía Tula (1921)

Las obras de Unamuno nacen de un fuerte anhelo por mostrar con sinceridad su yo, inquietudes y opinones, siempre en diálogo abierto con otros. Por eso, en poemas, ensayos, novelas y obras de teatro comparte tantas dudas como certezas, plantea preguntas y no ofrece solo respuestas cerradas. Conviene, por ello, no acercarse a sus palabras buscando la confirmación de una postura determinada. Para apreciar la riqueza y complejidad de sus páginas es necesario evitar la tentación de posicionarse a favor o en contra de lo que parece argumentar y, sobre todo, aceptar que en cualquier persona (o personaje) habitan muchas contradicciones.
La tía Tula puede calificarse de novela lírica. La novela tradicional, como si fuese externa al autor, se cimenta en la propia realidad que describe, en el discurrir de la trama y en el paso de los acontecimientos; sin embargo, en las peripecias de Gertrudis y su familia tenemos la sensación de que es Unamuno quien mueve los hilos, creando un mundo reducido y unitario, a través del que muestra sus preocupaciones más íntimas.
Y, antes de comenzar, tres apuntes sobre la introducción. No os asustéis por su tono, diferente al de los capítulos que siguen. Además, en sus páginas encontraréis la primera aparición en castellano del término sororidad y la reivindicación del concepto clásico de matria.

En 1897, cinco años antes de comenzar con lo que en ese momento titulaba La tía, Unamuno sufrió una fuerte crisis espiritual, provocada por su conciencia de la muerte y la necesidad de creer en algún tipo de trascendencia. De ella salió a través de la escritura y de una fe que se sustentaba por completo en el deseo de que exista aquello en lo que se cree. ¿Cómo se reflejan estas preocupaciones en el texto? 

Añado una novela más a la lista de mis desgraciadas. Nivolas y no novelas. No imaginación. Abstracciones. El hombre es idea, la idea es hombre. Pasión.
Lo que por su argumento podría haber sido un melodrama sin mayor interés o un ejemplo del realismo social se convierte, gracias al análisis del sentir de los personajes, en algo más profundo, complejo y lleno de matices, que invita al lector a participar en su interpretación.
En un relato basado en los diálogos y la presentación del pensamiento y subjetividad de los personajes, apenas hay descripción de los espacios físicos o del contexto socioeconómico, y las referencias al aspecto de los protagonistas cobran sentido como reflejo de su carácter e intimidad. Aquí merece la pena recordar que, para Unamuno, todo individuo tiene cuatro personalidades: la real, la que muestra a los demás, la que es para sí mismo y la que quiere ser. Considera esta última la más importante (para él, un personaje es el proyecto de un destino) y señala que del choque de estas personalidades, "de esos hombres reales, unos con otros, surgen la tragedia y la comedia, y la novela y la nivola" (Tres novelas ejemplares y un prólogo, 1920).

Contradicciones y dudas, deseo de trascendencia, retrato psicológico, anhelos. Creo que desde ahí se puede plantear el acercamiento más rico a Tula, yendo más allá del rechazo o admiración ante su figura. Porque ya hay opiniones de  todo tipo: la crítica la ha considerado generosa, santa, manipuladora, un ser inhumano, una mujer que lucha por su independencia, una histérica... El propio Unamuno pone en boca de otros personajes interpretaciones diferentes de su conducta y naturaleza, pero se abstiene de explicar qué ha podido llevarla a rechazar a los hombres y a "su pasión morbosa por la pureza, de que procedía su culto místico a la limpieza".
En la tertulia podremos hablar sobre el conflicto permanente entre virginidad y maternidad, instinto - deseo e imposición de una rígida virtud católica (el autor llegó a ser calificado, años después de su muerte, como "hereje máximo y maestro de herejías"). También reflexionaremos sobre la transmisión familiar de determinados roles y, por supuesto, debatiremos sobre si se produce un verdadero cambio en Gertrudis.
Como adelanto, ¿qué os sugieren estas frases de la novela?:
  • ¡Cuando una no es remedio es animal doméstico y la mayor parte de las veces ambas cosas a la vez! (...) ¡Y aún dicen que el cristianismo redimió nuestra suerte, la de las mujeres! (...) ¡El cristianismo, al fin, y a pesar de la Magdalena, es religión de hombres —se decía Gertrudis—; masculinos el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo...! (...) para que el Hijo le diga: "Qué tengo yo que ver contigo, mujer? (...) ¿Qué tengo que ver contigo...? Y llamarle mujer y no madre...".
  • Soñaba lo que habría sido si Ramiro hubiese dejado por ella a Rosa. Y acababa diciéndose que no habrían sido de otro modo las cosas. Pero ella había pasado por el mundo fuera del mundo.
  • —No ves que me he pasado la vida soñando...
Si estáis interesadas, un complemento perfecto para La tía Tula es un breve relato, San Manuel Bueno, mártir, con el que tiene muchos puntos en común. Ambas obras han sido interpretadas de maneras muy distintas -como defensa reaccionaria de la represión del pueblo y como alegato ateo-, plantean los mismos conflictos -la fe enfrentada al deseo o a la razón; el anhelo de permanecer tras la muerte para dar sentido a la vida- y contienen personajes que son duplicados más o menos imperfectos de sus protagonistas, aquejados por dudas que intentan acallar a través de la acción permanente y evitando la soledad (aunque en su interior estén radicalmente solos, porque nadie les comprende del todo o esconden un secreto): "Todas las religiones son verdaderas (...) en cuanto les consuelan de haber tenido que nacer para morir (...) La mía es consolarme en consolar a los demás, aunque el consuelo que les doy no sea el mío".

Existe una adaptación cinematográfica de la novela, dirigida por Miguel Picazo en 1964, que modifica la obra original y obtuvo éxito comercial y de crítica:

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