sábado, 6 de enero de 2024

Rosa candida

Auður Ava Ólafsdóttir, Rosa candida (Afleggjarinn, 2007)

Toda literatura, incluso la autobiográfica, es ficción: a través de los relatos, más que (re)presentar el mundo, lo interpretamos e incluso construimos.
Por eso, conviene acercarse de vez en cuando a obras que, como esta, trasladan un tono esperanzado a través de personajes con los que podemos identificarnos, vidas cotidianas que -como todas- incluyen sucesos extraordinarios y momentos en los que deben tomarse decisiones importantes. Sin héroes ni villanos, solo personas con emociones y sentimientos reconocibles, a veces contradictorios, donde se mezclan el amor, la duda, la culpa, el deseo... con conflictos que se abordan sin llegar a transformarse en dramas inmanejables.
Hay quien las llama novelas feelgood (para «sentirse bien») pese a que, como cualquier etiqueta, engloba historias de naturaleza muy diferente. Entre las reseñadas en este blog, las más próximas podrían ser 84 Charing Cross Road o La elegancia del erizo. Y, a bote pronto, de los muchos libros que entrarían en la categoría recuerdo algunos relatos de Anna Gavalda (Juntos nada más, El consuelo), La delicadeza (David Foenkinos), La fórmula preferida del profesor (Yoko Ogawa) o la más reciente Y del cielo cayeron tres manzanas (Nariné Abgarián) 
Relaciones interpersonales, tratamiento positivo de los protagonistas y personajes secundarios con características amables, cierto optimismo de fondo, belleza y serenidad en los ambientes, potencial evocador de lugares sin nombre pero que podemos imaginar fácilmente, lenguaje sencillo, descripciones que incluyen referencias agradables para los sentidos (naturaleza, comida, viviendas), menciones a otras obras artísticas... Todos esos elementos, habituales en el género, incluye Rosa candida, que también es una novela de carretera y sobre el paso, a veces titubeante, de la juventud a la edad adulta: el viaje físico como metáfora / detonante de la transformación personal y de la negociación con los recuerdos del pasado y las esperanzas o temores sobre el futuro.

«(...) en medio del malpaís, no muy lejos del lugar donde volcó el coche de mamá. Reconozco la curva donde el coche se salió de la carretera, allí hay una pequeña hondonada con hierba (...)»

En la tertulia podremos hablar sobre el significado del jardín, el papel del lenguaje, las referencias a la simbología cristiana y el análisis de las relaciones familiares que plantea la novela. Mientras tanto, os dejo algunas declaraciones de la autora acerca de esta fábula, su tercera obra -también es poeta y autora teatral-:
Quería acercarme a la parte ilógica de la psique humana de una manera musical, para elevar las experiencias cotidianas, incluso para darles una dimensión religiosa como en Rosa candida. Como muchos escritores, quiero que el mundo sea diferente de lo que es.
(...)
Rosa candida, el nombre de la rosa cultivada por el protagonista de la novela, es también una antigua denominación de la Virgen María.
Estoy particularmente interesada en los grandes eventos de la vida, como el nacimiento, la muerte y... realmente todo lo que sucede entre medias: especialmente el modo en el que llegamos a entrar en contacto con otras personas y cómo esas relaciones que vamos estableciendo terminan de conformar quiénes somos.
(...)
[Quería escribir una historia que] sublime los lugares comunes del día a día hasta convertirlos en algo más elevado (...) expresar algo complejo de un modo muy simple. Quería que el libro fuera de fácil lectura, pero que, aún así, resultara profundo. Si el lector profundiza lo suficiente en el texto, podrá encontrar en él los conflictos filosóficos que han caracterizado desde siempre la existencia humana.
(...)
He decidido crear a los personajes sin tener en cuenta su género, olvidándome de todo prototipo anteriormente creado.
(...)
[El título original del libro tiene] tres significados: el primero de ellos es una carretera secundaria, un camino que cuenta con innumerables vueltas y revueltas y que no sabes demasiado bien adónde puede llevarte; el segundo de ellos es una flor, esta rosa candida (...); también es así como se le llama a un niño que es hijo tuyo.
Entrevista en AUX nº 53
Me gustaba la idea de crear a un nuevo prototipo de hombre, a un antivikingo.
(...)
En la novela hay dos temas fundamentales, la muerte y el cuerpo. El protagonista es un hombre que es a a la vez hijo, hermano, padre y amante y vive una historia de amor que no se desarrolla en el orden establecido.
Entrevista en ABC
Rechazo el pensamiento analítico realista; yo intento otro acercamiento, el del sabor, el del olfato, tocar... en mi obra el cuerpo importa más que la palabra.
(...)
En un mundo donde lo práctico es ley divina, él hace una cosa tan poco práctica como eso; igual que la rosa que lleva para añadir a la rosaleda donde hay infinitas variedades de todo el mundo, con las lenguas pasa lo mismo: cada una enriquece el mundo y lo representa.
Entrevista en El País
Me gustaría que la novela superara cualquier tipo de categorización y se considerara como la historia de un chico capaz de superar la adolescencia a través de la paternidad. Un ejemplo en contra del reduccionismo masculino provocado por la publicidad y los medios de comunicación.
Entrevista en El País

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