domingo, 5 de diciembre de 2021

La elegancia del erizo

 Muriel Barbery, La elegancia del erizo (L'élégance du hérisson, 2006)

Cuando aún era profesora de filosofía, Muriel Barbery recuperó el escenario y algunos personajes de su primera novela, Rapsodia Gourmet (2000), para lograr un gran éxito internacional con la segunda obra, La elegancia del erizo (al final de este enlace podéis ver ediciones en algunas de las más de treinta lenguas a las que ha sido traducida).
Desde ese momento, forma parte destacada de una generación de autoras francesas contemporáneas muy reconocidas, a la que también pertenecen Anna Gavalda, Claudie Gallay o Delphine de Vigan.

Lo importante no es morir ni a qué edad se muere, sino lo que uno está haciendo en el momento de su muerte.
(...)
otro diario que hable del cuerpo o de las cosas. No de las ideas profundas del espíritu, sino de las obras maestras de la materia. De algo encarnado, tangible; pero también bello o estético.
Mezclando géneros literarios -podemos reconocer temas y rasgos del costumbrismo, la sátira social que critica tanto al gran empresariado como al socialismo burgués, la novela juvenil y romántica o la divulgación- y estableciendo un claro paralelismo entre la personalidad y experiencias de Renée y Paloma, Barbery nos muestra sus propios intereses y convicciones:
  • La (no) mirada de los poderosos sobre las clases menos favorecidas, con una crítica explícita a la falsedad de la meritocracia. Como siempre ha sucedido, el origen determina las posibilidades, allanando o dificultando el camino. Sin embargo, pese a lo que nos quieren hacer creen quienes desean justificar y perpetuar esa desigualdad, la sensibilidad artística y el interés por la cultura no dependen de la clase, sino de las oportunidades.
  • Sus referencias, explícitas o no, a muchas corrientes de pensamiento -presocráticos, idealismo, marxismo, fenomenología, la sociología de Pierre Bourdieu, etc.-, nacen de y están vinculadas a la realidad cotidiana. Como los existencialistas, considera que la filosofía se origina en la experiencia; por tanto, debe ocuparse de la vida y no perderse en inútiles elucubraciones intelectuales sobre sí misma.
Así, las protagonistas reflejan preocupaciones fundamentales y universales: ¿Quiénes somos, cuál es nuestra identidad, qué queremos ser? ¿Cómo debemos actuar? En nuestras relaciones habituales, ¿valoramos solo la apariencia del otro o intentamos conocerlo? ¿Dónde encontrar sentido a la vida? ¿Por qué algo es bello?
Para Barbery, no podemos desligarnos de nuestra naturaleza de primates (Renée lo recuerda en varias ocasiones), pero será Paloma quien primero nos dé la clave: son las experiencias del "amor, la amistad y la belleza del Arte" las que otorgan significado.
A partir de ahí, la portera del edificio irá desgranando esa idea. Gracias a ella nos encontramos con reflexiones, teñidas de humor y cotidianeidad, sobre la importancia del lenguaje, el imperativo de poner la inteligencia al servicio de la mejora de la vida de las personas, el dolor de la soledad, la naturaleza doble del arte (refugio o escapatoria y fuente de sentido) o la superación del conflicto entre materia y espíritu, alta cultura y cultura popular... porque su valor depende de cómo la experimenta y dota de significado el individuo.
En el final encontramos refrendadas, de nuevo, las tesis del existencialismo: el sentido depende de lo que hacemos antes de que llegue la inevitable y a veces inesperada muerte, de ser capaces de construir una existencia consciente y tejer relaciones significativas con otras personas.

Seguramente, la principal crítica negativa de la novela que pueden realizar quienes no conectan con la historia venga de cómo se queda a medio camino de ser una fábula (el género que ha cultivado posteriormente en La vida de los elfosUn país extraño), la visión idílica de la cultura y estética japonesas (país del que confiesa su admiración y al que dedica Una rosa sola) con su valoración de lo efímero y lo ritual, la intransigencia y egoísmo de Paloma y su insistencia en expresarse a base de epigramas, o un tono didáctico que se refuerza con la "moraleja" final.
En todo caso, son las opiniones diferentes las que dan sentido a la tertulia, ¿verdad? Podremos hablar, por ejemplo, de lo acertado o no del retrato y evolución de los personajes (¿os resultan reales o solo funcionan como estereotipos de una comedia?),  y, si veis la adaptación cinematográfica, valorar qué se pierde (o no) al cambiar de medio y sustituir las palabras por las imágenes como vía principal de expresar las ideas.

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