domingo, 4 de abril de 2021

Claus y Lucas

Agota Kristof, Claus y Lucas: El gran cuaderno. La prueba. La tercera mentira (La Trilogie des jumeaux: Le grand cahier, 1986. La preuve, 1988. Le troisième mensonge, 1991)

Le contesto que trato de escribir historias verdaderas, pero que, en un momento dado, la historia se hace insoportable por su misma verdad y entonces me veo obligado a modificarla. Le digo que intento contar mi historia, pero no puedo, no tengo valor, me hace demasiado daño. Entonces lo embellezco todo y describo las cosas no como sucedieron sino como yo querría que hubieran sucedido.
Estas tres novelas -"Nunca pensé en escribir una trilogía, pero durante mucho tiempo no podía pensar en otra cosa. Tenía que continuar" (El País, 2007)- dejan un poso imborrable en quien las lee. Quizá sea por la crudeza y desesperanza de lo que relatan, su inteligente propuesta sobre la identidad y mecanismos creativos del escritor, el uso del lenguaje o cómo aborda -desde una ficción que se reclama como tal sin perder veracidad- temas muy reales: afrontar el sufrimiento, la sinrazón de la guerra, las consecuencias de la desprotección infantil o el papel de la literatura y su relación con la biografía de la autora, entre otros.
Para acompañar esta experiencia, os propongo algunas claves de una narración inagotable en sus sugerencias. Cualquier novela es construida parcialmente por el lector, pero esta historia nos interpela con más fuerza aún, nos incomoda y desasosiega, sin dejar espacio para la lectura como evasión. Aunque no se comparta la perspectiva nihilista que la sustenta o su dolorosa conciencia de los límites de la naturaleza y racionalidad humanas, incapaces de construir esperanzas, debemos reconocer que se trata de una obra clave en la literatura europea contemporánea.
Si queréis seguir descubriendo a Agota Kristof, recientemente se ha publicado Da igual, una colección de relatos breves. En esta entrevista habla del proceso creativo y recepción de la trilogía (aunque está en francés, no os preocupéis, porque la compartiremos en la reunión del club de lectura).

1. Varios personajes combinan conductas crueles y actos de generosidad. Se muestran indiferentes, insensibles e insolidarios pero, al mismo tiempo, muy afectados emocionalmente. El ejemplo más claro es el modo en que Claus y Lucas intentan, en la primera novela, insensibilizarse ante todas las amenazas externas, integrándolas como ejercicios en su rutina diaria.
Al entrar en un relato, tendemos a identificarnos con alguno de los personajes. Sin embargo, el comportamiento de estos protagonistas y secundarios nos desconcierta y dificulta sentir una simpatía (o rechazo) sin reservas -no hay héroes ni villanos "puros"-. Por otro lado, es inevitable comprender los motivos que los llevan a comportarse de esa manera, ya sean las consecuencias de la guerra o de la desprotección infantil e institucionalización.
¿Creéis que esto ha hecho más dura y difícil vuestra experiencia de lectura? ¿Es aún más fuerte esta sensación al tratarse, en muchos casos, de niños a los que se suele presentar como paradigma de la inocencia y que aquí, en algunos momentos, lo son del mal?

2. Aunque Kristof evita añadir referencias geográficas o temporales concretas, el contexto se puede relacionar fácilmente con la dinámica de las naciones del este de Europa (y, en concreto, de Hungría, su país de origen) durante y después de la II Guerra Mundial: régimen militar, ocupación y genocidio nazi, liberación y establecimiento de una dictadura tutelada por la Unión Soviética, reformas hacia una economía de mercado y apertura internacional... El presente, en su caso, tampoco parece alentador.
El terror, la inseguridad, la pobreza, la propaganda, la censura y el intento de controlar el pensamiento están presentes en la mayor parte del medio siglo que abarca la trilogía. Sin necesidad de elaborar un análisis histórico, tejiendo lo personal con lo social y político, nos introduce en los efectos e irracionalidad de la guerra y las dictaduras. Un retrato que, al disfrazarse de fábula por la ausencia de datos, resulta incluso más sugerente y efectivo.

3. La biografía de Agota Kristof está presente en todas sus obras, y aquí rescata y reelabora muchos elementos concretos: la relación con su hermano mayor; el internado en la adolescencia; un diario secreto y la pasión por la literatura; la huida de Hungría a los veintiún años -ante la posibilidad de que su marido acabase en prisión por motivos políticos- con su hija de cuatro meses, una bolsa con pañales y otra con diccionarios; su trabajo en la fábrica mientras compone poemas; el aprendizaje de un nuevo idioma; el desarraigo y la pérdida del sentimiento de pertenencia a una comunidad...
De la misma forma, hay personas, objetos y situaciones que se repiten a lo largo de las páginas, siendo diferentes y, al mismo tiempo, similares. Según el contexto en que reaparecen, amplían su significación o reafirman el sentido inicial: la anciana que acoge, el nogal en el que varios niños se columpian o balancean, la henna que tiñe los cabellos, la librería, etc.

4. Lo mismo sucede con los personajes. Más allá de la relación especular entre Claus y Lucas, hay otros que también actúan como gemelos. Sin desvelar demasiado de la trama, Mathias es el reflejo físico, intelectual y vital del narrador -que, además, se comparta a veces con él como lo hizo la abuela-, Yasmine nos recuerda a su madre, Peter y el sacerdote pueden ocupar el rol del padre ausente, Victor encarna el dolor de Lucas.
La identidad es uno de los ejes fundamentales del relato. Nos chocamos con una de sus caras cuando La prueba nos avasalla con nombres propios, hurtados al lector en El gran cuaderno, y también cuando escuchamos ¿diferentes? voces narrativas.
Para quienes conozcáis el francés, la doctora Margarita Alfaro publicó un exhaustivo análisis de estos temas en el ensayo Gémellité, dédoublement et changement de perspectives...

5. Y también es central la reflexión sobre la relación entre realidad e invención en la literatura, su función para quien escribe y el papel de quien la lee. Kristof no propone solo un juego de interpretaciones y discursos, sino que nos impulsa a cuestionar nuestra actitud ante la obra: si sabemos que se trata de una ficción, ¿por qué nos sorprende que se reconozca como tal?, ¿por qué necesitamos saber qué es cierto y qué no? En el fondo, ¿no escribirá siempre el autor para sí mismo?
La trilogía está plagada de referencias a estos temas y reconocimientos expresos de su naturaleza ficticia. ¿Cuáles os parecen más relevantes?

La adaptación cinematográfica de El gran cuaderno (János Százs, 2013)
está disponible en eFilm Navarra

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