lunes, 9 de abril de 2018

Cuentos

Ernest Hemingway, Cuentos (The First Forty-Nine Stories, 1938)
Premio Nobel de Literatura 1954


1. El autor
Ernest  M. Hemingway (1899-1961) es un claro ejemplo de cómo el escritor-personaje acaba por ocultar el valor de su obra en el imaginario popular. Acercarse a sus Cuentos puede ser una oportunidad para corregir esa visión distorsionada.
Los relatos que hemos seleccionado, sin ser estrictamente autobiográficos, están basados en las experiencias del autor a lo largo de su vida: la compleja relación con su padre; las vacaciones en el norte de Michigan; la I Guerra Mundial y la guerra civil española; los conflictos con E. Hadley Richardson, su primera esposa; las estancias en Madrid y el mundo del toreo; la fascinación por las carreras de caballos y la pesca; el safari inicial en Kenia.
Durante la tertulia podremos vincular algunos episodios vitales con los cuentos; sin ser imprescindible para apreciarlos, sí se relacionan con uno de sus rasgos estilísticos, que él mismo denominó teoría del iceberg.
Para quienes queráis conocer más sobre la vida del autor, os interesará París era una fiesta (A Moveable Feast, 1964). En ella, Hemingway refleja la dinámica de su primer matrimonio y la relación con los más conocidos representantes de la "generación perdida", esa comunidad de artistas anglosajones expatriados temporalmente en el París de los años 20: F. Scott y Zelda Fitzgerald, Ezra Pound, James Joyce, Gertrude Stein... En muchos casos, estos peculiares personajes optaron por mostrarse orgullosos de sus dificultades económicas, al tiempo que se consideraban miembros de una élite destinada a generar una nueva estética y ética.
2. Un estilo propio
Dejarse capturar por estos relatos, captar su esencia, exige leerlos implicando al corazón y los sentidos, no solo con la cabeza y la razón.
Al mismo tiempo, merece la pena descubrir que la escritura de Hemingway, en apariencia simple, está construida a partir de decisiones conscientes -de hecho, corregía obsesivamente cada página-. Aquí señalaremos cuatro características, muy relacionadas con la capacidad de sugerencia que tienen todos sus textos.
  • La escritura periodística. En los inicios de su carrera Sherwood Anderson fue una clara influencia, como demuestra Manos, uno de sus relatos breves. Pero será su primer encuentro con el periodismo -a los 18 años en el Kansas City Star- donde encontrará "las mejores normas sobre el arte de escribir que encontré en toda mi vida": frases cortas y claras, lenguaje descriptivo y predominio del verbo sobre el adjetivo. Del mismo modo, sus diálogos se caracterizan por un fraseo ágil, breve y realista.
  • La teoría del iceberg. En sus propias palabras: "Si un escritor de prosa sabe lo suficiente sobre lo que está escribiendo, puede omitir cosas que sabe. El lector, si el escritor está escribiendo de forma suficientemente auténtica, tendrá un sentimiento de esas cosas tan fuerte como si el escritor las hubiera declarado (...) La parte omitida comunica más fuerza al relato, y le da al lector la sensación de que hay más de lo que se le ha dicho." Lo que asoma debe sugerir lo que hay debajo; al no hacerlo explícito, al obligar al lector a participar en la construcción del sentido, el mensaje será mucho más efectivo. Por supuesto, también se multiplican las posibilidades de interpretación.
  • Los detalles que se igualan. Aparentemente, todos los elementos de sus relatos -un objeto, una mirada, una palabra, un pensamiento fugaz- tienen el mismo valor; el narrador no parece destacar unos sobre otros. Será al final de la historia cuando los lectores podamos descubrir lo que estaba oculto, qué era importante.
  • El correlato objetivo. Hemingway centra su mirada en el mundo exterior, en los pequeños actos visibles que sus protagonistas repiten cotidianamente y que, sin nombrarlos, muestran sus sentimientos. La sucesión de imágenes convertidas en símbolos provocan en el lector una determinada emoción. Así lo explicaba T. S. Eliot: "La única manera de expresar la emoción en forma de arte es encontrando un correlato objetivo; dicho de otro modo, un grupo de objetos, una situación, una cadena de acontecimientos que habrán de ser la fórmula de esa emoción concreta; de modo que, cuando los hechos externos, que deben terminar en una experiencia sensorial, se den, se evoque inmediatamente la emoción."
Ernest y Hadley, 1922.
3. La selección
Originalmente, la recopilación de cuarenta y nueve relatos cortos de Hemingway venía acompañada por La quinta columna, una obra teatral con una clara base autobiográfica ambientada en la guerra civil española.
Los quince cuentos que hemos elegido incluyen obras destacables por su calidad, representativas de su producción literaria y de los principales escenarios y temas que abordó: la importancia de la escritura, las dudas sobre el valor de la propia obra, la incapacidad del hombre para conectar con su pareja y el deterioro de las relaciones, los distintos estilos de vida de las clases sociales, la inevitabilidad de un destino fatal... Todo teñido de su admiración por la naturaleza, desilusión ante la vida y miedo a la muerte, una masculinidad impostada y la ambivalencia en los sentimientos de unos personajes hacia otros.
  • Mi viejo (My Old Man, 1923). Uno de sus primeros relatos, que puede leerse como historia de iniciación y reflexión sobre la conducta ética. La perspectiva es voluntariamente confusa -hay saltos temporales, no sabemos si el narrador sigue siendo un niño o recuerda como adulto, el punto de vista es subjetivo-, lo que refuerza la ambigüedad moral del yóquey Joe Butler.
  • El fin de algo (The End of Something, 1925). Nick Adams, su álter ego, aparece en veinticuatro cuentos de Hemingway. Tras volver de la I Guerra Mundial muy afectado psicológicamente, mantuvo un romance de verano con Marjorie Bump en Horton Bay. Aunque en aquella época el lugar era un destino turístico, retratarlo como una localidad abandonada refuerza el sentimiento de destrucción y pérdida que impregna el relato.
  • El gran río Two-Hearted (Big Two-Hearted River, 1925). La guerra y la naturaleza protagonizan esta historia. Carlos Gamerro lo reseña: Nick Adams "pesca truchas a lo largo de un río. Su pensamiento apenas se escapa de las tareas que ejecuta: pero poco a poco comprendemos que este es un hombre quebrado, que está en ese lugar donde solía pescar para probarse que la guerra no lo ha devastado por completo (como los bosques quemados que atraviesa), que el pavor que lo acomete en el punto en que el río se ensancha evoca terrores que ni él mismo, ni mucho menos el cuento, podrían poner en palabras."
  • Gato bajo la lluvia (Cat in the Rain, 1925). Un ejemplo perfecto de cómo retratar el clima de una relación de pareja a partir de un hecho en apariencia nimio. Cuando consideramos la posibilidad de que el gato represente el deseo de la mujer de ser madre, los diálogos cobran un nuevo sentido.
  • Colinas como elefantes blancos (Hills like White Elephants, 1927). ¿Subirá al tren la protagonista? ¿Permanecerá en la estación? O, lo que es lo mismo, ¿accederá a los requerimientos de su pareja para abortar? Un cuento tan breve como lleno de simbolismo -las colinas de formas redondeadas; la adicción a la bebida como reflejo de la adicción a una determinada forma de vida-, en el el que se enfrentan la racionalidad y la poesía, el materialismo más rudo y la sugerencia. Quizá su mejor relato, que merece la pena releer con atención: después de imaginar la escena, debemos sentirla para captar su naturaleza esencial.
  • El invicto (The Undefeated, 1927). Lleno de amarga ironía, el texto explora dos de los temas recurrentes en Hemingway -el toreo como vía para escapar de la pobreza y el miedo como emoción onmipresente-, además de proporcionarnos un interesante retrato social de la España de la época.
  • Los asesinos (The Killers, 1927). Con su narrativa enfocada en la acción, la tensión permanente, el lenguaje simple y repetitivo y sus diálogos depurados, este cuento encajaba perfectamente con el género negro y el hard boiled que Dashiell Hammett y Carroll John Daily empezaron a crear pocos años antes en las revistas pulp. Inspirado libremente en un asesinato cometido por la mafia de Chicago en los años 20, su valor principal es la elección del foco narrativo y de los protagonistas en que se centra.
  • Diez indios (Ten Indians, 1927). La figura del padre está presente en varias de las historias protagonizadas por Nick Adams. Si en Campamento indio (Indian Camp, 1924) es un médico como lo fue el propio padre del autor, aquí se vuelve a destacar su relación con los indios ojibways, una tribu sin tierra y sumida en la pobreza con los que mantuvo mucho contacto. Retrato de la América profunda y de sus estereotipos racistas, pero también de la adolescencia, donde se suceden a gran velocidad el amor, el desamor y la aceptación, donde la vergüenza se mezcla con la ilusión y el orgullo.
  • Un canario para regalar (A Canary for One, 1927). Crítica cargada de ironía del punto de vista estadounidense sobre el extranjero, personificado en la anciana sorda que viaja por Francia con un canario comprado en Italia y que considera al pasivo norteamericano -al que confunde con un inglés- un marido perfecto, mientras censura la relación de su hija con un suizo. Pese a sus supuestos presentimientos y a la lucidez de la que se vanagloria, no se da cuenta de que ha compartido un día entero con una pareja rota.
  • Un lugar limpio y bien iluminado (A Clean, Well Lighted Place, 1933). Emotivo retrato de la soledad y la lucha contra la desesperación y el vacío existencial. El café es el último refugio contra la nada y representa lo opuesto al caos y la oscuridad. De forma magistral y con aparente sencillez, el punto de vista se traslada del cliente al camarero, dos personas que se revelan unidas por el mismo sufrimiento.
  • Padres e hijos (Fathers and Sons, 1933). Última historia de Nick Adams, su título es el mismo que el de una novela de Ivan Turguéniev centrada en el enfrentamiento social entre los ancianos conservadores y los jóvenes nihilistas. Hay muchos paralelismos entre la vida del padre de Hemingway y la del padre del relato: una muerte violenta, la enseñanza de la caza y la pesca, su conflictiva relación. En el tramo final muestra cómo los hijos obligan a cambiar la visión que tenemos de nuestros propios progenitores.
  • La capital del mundo (The Capital of The World, 1936). Relato costumbrista y, a la par, reflejo de la filosofía de su autor. Ante la ausencia de sentido de la existencia -se nos muestra un catálogo de  fracasos y vidas venidas a menos-, Paco es el único que lucha por conseguir sus ideales. Su final trágico parece decirnos que no hay salida.
  • Las nieves del Kilimanjaro (The Snows of Kilimanjaro, 1936). Muerte, arrepentimiento, incapacidad para ser feliz en el presente, castigo autoinfligido, baja autoestima... Unidos a los recuerdos del protagonista, que pueden relacionarse fácilmente con la biografía de Hemingway, este texto es un retrato psicológico poco complaciente consigo mismo. Durante su primer safari (1933-1934), un ataque de disentería obligó a su evacuación en un avión que sobrevoló la mítica montaña volcánica.
  • La breve vida feliz de Francis Macomber (The Short Happy Life of Francis Macomber, 1936). Naturaleza, valor, alcohol, la solidaridad masculina, el papel de las mujeres... Más allá de los tópicos sobre Hemingway que parece contener el relato, destacan la multiplicación de los puntos de vista -el matrimonio, el cazador y el león- y el uso de las metáforas. Una hipótesis razonable es que el autor hacía referencia a la relación entre F. Scott y Zelda Fitzgerald,  a la que acusaba públicamente de destruir la vida del autor de El gran Gatsby.
  • El viejo en el puente (Old Man at the Bridge, 1938). Lo que inicialmente iba a ser un artículo periodístico desde el puente de Amposta sobre el avance de las tropas franquistas el Domingo de Pascua de 1938 se convirtió en uno de los mejores cuentos de Hemingway, que reúne todas las virtudes de su estilo. A través del correlato objetivo se muestra de forma magistral la depresión del anciano y su resignación ante una muerte cercana.
4. Adaptaciones cinematográficas
Hemingway mantuvo una relación ambivalente con Hollywood: nunca satisfecho con las adaptaciones de sus obras, sí cultivó la amistad de las estrellas que las protagonizaron. La campaña publicitaria de la primera película basada en sus textos (Adiós a las armas. F. Borzage, 1932) dio un enfoque sensacionalista a hechos más o menos veraces de su vida privada, e inició la construcción de un personaje público cada vez más histriónico.
De los relatos que hemos leído, pasaron a la gran pantalla:
  • La breve vida feliz de Francis Macomber: The Macomber Affair (Z. Korda, 1947). Protagonizada por Gregory Peck y Joan Bennett.
  • Las nieves del Kilimanjaro: The Snows of Kilimanjaro (H. King, 1952). Con Gregory Peck, Susan Hayward y Ava Gardner.
  • Mi viejo: Under My Skin (Jean Negulesco, 1950). Con John Garfield.
  • Los asesinos: La anécdota inicial es la base de dos películas. The Killers (R. Siodmak, 1946) contó con Burt Lancaster y Ava Gardner, mientras que The Killers (D. Siegel, 1964) fue protagonizada por Lee Marvin y Angie Dickinson.

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