Jesús Carrasco, Intemperie (2013)
¿Qué propició el éxito de la primera novela publicada por el pacense Jesús Carrasco? ¿Y qué lo sostiene, más de una década después, y ha impulsado su difusión internacional (con traducciones en más de treinta idiomas)?
Cada lector podrá destacar uno o varios elementos, pero siempre intuirá la hondura estilística y temática del relato. En mi caso, creo que el atractivo del texto, la necesidad de continuar su lectura sin pausa pese al sufrimiento que causa el contacto descarnado con el mundo de sus protagonistas, nace de:
El manejo del foco
La crítica ha destacado las descripciones detallada y el lenguaje preciso de la novela. Sin embargo, en varios momentos -como en los sueños y delirios del niño- esa exactitud se difumina, lo que incrementa la capacidad de sugerencia del texto. El contraste entre retrato minucioso (que propicia la inmersión en la escena) e insinuación (invitando a completar activamente, desde la propia experiencia, lo que la narración solo esboza) refuerza el efecto de ambos recursos.
Esa conciencia sobre el poder de la mirada se refleja en cómo, en uno de los episodios finales, al niño se le libra de ver los efectos más explícitos de la violencia... pero no a quienes estamos leyendo. También en los momentos en que el punto de vista de la narración pasa al cabrero, cuando habitualmente conocemos la historia a través de los ojos y la mente del menor.
El entumecimiento y el dolor que causa no poder moverse, la sed, el hambre, el calor, las quemaduras del sol que abrasa, la asfixia por el humo... El cuerpo de los protagonistas sufre, y Carrasco subraya permanentemente la relación entre lo físico y lo psicológico -como cuando el miedo hace incontenible la orina-.
Su sufrimiento nos muestra la aparentemente ilimitada capacidad de resistencia del cuerpo. Sin espectacularizar el dolor, invita a empatizar con los personajes a través de su vulnerabilidad y fuerza, a conectar con la dureza de su realidad como víctimas.
En aquel momento le hubiera gustado salir corriendo con la bolsa y dejar allí al hombre, hablando bajo su manta. Se preguntó si sería el perro menos amigable entonces. Aún no sabía nada de lealtades ni del tiempo que pasa entre los seres y los cose con pespuntes cada vez más apretados.
Tiempo y lugar
La palabra intemperie procede del latín intemperies (in: hacia dentro + temperies: temperatura, moderación, equilibrio y justa proporción) y significa «Desigualdad del tiempo».
La novela transcurre en un espacio y un momento no definidos pero reconocibles, simbólicos a la vez que identificables con una época o un lugar, acotados pero capaces de representar dinámicas sociales universales.
Aunque la narración se ciñe a una semana -días y noches en los que sus protagonistas se sienten aterrados por los perseguidores y ateridos por el frío-, el autor expande el tiempo de lo contado: los recuerdos del niño nos llevan al pasado y se combinan con anticipaciones del futuro. Una vez que conocemos el destino del menor, podemos centrarnos en la dinámica de la relación con el pastor; qué pasó tiene la misma importancia que cómo sucedió.
Tradición literaria
Jesús Carrasco ha aceptado la etiqueta de western para esta novela y reconoce la influencia de autores como Miguel Delibes (quizá coinciden en el retrato, no exento de poesía en el uso del lenguaje, de la relación entre clases en Los santos inocentes y el protagonismo del paisaje) y Cormac McCarthy (con la combinación de dureza y lirismo de La carretera). Seguramente también podamos encontrar puntos en común con Lazarillo de Tormes, los relatos de aprendizaje -el abandono de la infancia al encontrarse con la realidad del mundo, el viaje exterior como detonante y reflejo del cambio interior- o los mecanismos de las fábulas y sus personajes presentados como arquetipos (lo que no significa que carezcan de profundidad y matices).
—No puedo hacerlo yo solo.—Tendrás que hacerlo.—No hay pala ni pico.—Si no los entierras se los comerán los pájaros.—¿Qué importa ya?—Sí importa.—Esos hombres no lo merecen.—Por eso debes hacerlo.
Dignidad
En Intemperie late una preocupación ética, que nace de constatar que a las personas menos favorecidas se les exige siempre sumisión al poder y que acepten la violencia ejercida sobre ellas, ya sea física, económica, laboral o sexual. Y se refleja en un niño que debe elegir -en especial cuando tiene en sus manos el destino del lisiado, en un camino que se bifurca- entre tres modelos representados por tres adultos: cerrar los ojos y colaborar (el padre), abrazar la libertad que supone no asumir ninguna responsabilidad ni valoración moral sobre los propios actos (el alguacil) o defender valores personales (el cabrero). Entre quien se adecúa a los ritmos de la naturaleza y quienes la han violentado. Entre personajes que no representan la dicotomía bien-mal, sino distintas elecciones a la hora de abordar la vida.
El mal y la violencia son el resultado de la fricción entre personajes que habitan un territorio empobrecido. Sucede cuando hay poco pan y muchas bocas. Sin embargo, el mal, la mezquindad o la violencia son temas accesorios. «Intemperie» gira en torno a la idea de dignidad. Un concepto de un altísimo valor ético.Entrevista en ABC Cultural
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