domingo, 11 de octubre de 2020

Viajes con Charley en busca de Estados Unidos

John Steinbeck, Viajes con Charley en busca de Estados Unidos (Travels with Charley in Search of America, 1962)

Cuatro ásperos pitidos de la sirena de un barco aún me erizan el pelo de la nuca y ponen mis pies en movimiento [...] producen el viejo estremecimiento [...] el que ha sido vagabundo alguna vez, lo será siempre. Me temo que la enfermedad es incurable. Expongo esto no para instruir a otros, sino para informarme yo.

Quizá voluntariamente, la primera página de Viajes con Charley... recuerda al inicio de Moby Dick. Ambos narradores encuentran en el viaje la forma de calmar la inquietud que han sentido a lo largo de su vida cuando permanecen demasiado tiempo en el mismo lugar. Sin embargo, en el caso de Steinbeck, uno de sus hijos desveló que este último recorrido por su país de origen estaba motivado por la enfermedad que le llevó a la muerte pocos años después.

En este sentido, el relato puede interpretarse como el inicio de la despedida de un hombre que aún no había cumplido los sesenta años, una forma de ir colocando las piezas, de identificar lo importante y encontrar sentido a su recorrido vital (objetivo que ya vimos en Memorias de Adriano). Para un autor que utilizó los viajes como principal materia prima de su obra, otro más era la opción natural. Esta motivación queda, sin embargo, oculta por la fortaleza que Steinbeck intenta demostrar desde el principio; será su perro Charley quien muestre los síntomas del deterioro provocado por la edad y la enfermedad.


Tengo la satisfacción de informar de que en la guerra entre realidad y ficción, la realidad no es la más fuerte.

Hace diez años se desató una polémica en torno a la veracidad de la narración de Steinbeck: personajes inexistentes, etapas no realizadas o hechas en compañía de su esposa... El periodista responsable de la investigación calificó el relato de fraude. Seguramente, una estrategia interesada para vender su propio libro.

Pero, ¿quita eso valor a lo que se nos cuenta, a la estructura de la narración y las ideas que plantea? ¿Es menos significativo el encuentro con el actor venido a menos solo por ser inventado (o, como otros a lo largo del texto, por recuperar experiencias vividas en otra época)? Y, si pensamos que es así, ¿hasta qué punto nuestra opinión depende de las expectativas y creencias previas sobre los límites de la no ficción? ¿Podemos usar los mismos criterios para analizar un reportaje periodístico que un libro de viajes? ¿Es lícito calificar un relato como "noticia falsa"? ¿Cambiaría nuestra opinión si, en lugar de defender la equidad social, el autor construyera historias para apoyar ideologías reaccionarias?

El actual editor de Viajes con Charley ha añadido en la introducción a las últimas ediciones este texto (¿estáis de acuerdo con sus apreciaciones, creéis que es legítima su forma de modificar los hechos?):

Sería un error tomar este diario de viaje demasiado literalmente, ya que Steinbeck era, en el fondo, un novelista, y añadió innumerables detalles -cambiando la secuencia de los acontecimientos, elaborando escenas, inventando diálogos- que asociamos más con la ficción que con la no ficción [...] se tomó libertades con los hechos, imaginando libremente cuando servía a sus propósitos, usando todo el arsenal del novelista para hacer de este libro una narración legible y vívida.


Se me ocurre que, lo mismo que los cartagineses contrataban mercenarios que lucharan por ellos, nosotros los estadounidenses traemos mercenarios para que hagan nuestro trabajo duro y humilde.

Aunque proteste contra la producción en cadena de nuestros alimentos, nuestras canciones, nuestro idioma y, con el tiempo, nuestras almas, no dejo de tener presente, hasta cuando lo hago, que era raro el hogar en que se hacía buen pan en los viejos tiempos [...] Los tristes son aquellos que desperdician su energía intentando retener, pues solo pueden sentir amargura por la pérdida y ninguna alegría por la ganancia.

La obra de John Steinbeck está marcada tanto por su biografía como por el compromiso social y politico, con una permanente mirada crítica hacia la desigualdad. Este recorrido por Estados Unidos viene acompañado por reflexiones sobre la sostenibilidad ambiental, la incertidumbre ante el cambio acelerado, la despoblación rural, las personas que viven en los márgenes de la sociedad (recolectores, transportistas, nómadas), los migrantes, la uniformidad cultural, las consecuencias de la organización administrativa, las muestras de violenta intolerancia alentadas por políticos cómplices y medios de comunicación que se nutren del espectáculo en vez de informar...

Aunque hagan referencia a una sociedad lejana tanto física como temporalmente, ¿encontráis puntos en común con nuestra situación actual? ¿Sus palabras os han llevado a reflexionar sobre el entorno más próximo?

En las menciones a la preocupación por la asepsia y el triunfo de la alimentación industrial, comparada con sus vivencias  de la infancia, Steinbeck puede recordarnos algunas páginas de Cambios. ¿En qué son similares y en qué se diferencian sus actitudes ante el progreso?

Viajes con Charley en busca de Estados Unidos fue un éxito inmediato: número uno tras su publicación en 1962, se calcula que ha vendido más de 1,5 millones de ejemplares. Ese mismo año recibió el Premio Nobel de Literatura (podéis leer su discurso en Estocolmo), decisión muy discutida desde entonces por la crítica literaria. A lo largo de este libro, Steinbeck cita en varias ocasiones a Sinclair Lewis, otro compatriota galardonado con el Nobel y que fue atacado por sus convicciones políticas y su crítica mordaz de la sociedad burguesa.

La ñiñita no miró hacia la multitud aullante,
pero el blanco de sus ojos parecía, visto de lado,
el de un cervatillo asustado.

También en 1962, el político socialista Michael Harrigton dio a conocer un ensayo best-seller, La otra América, donde denunciaba la desigualdad creciente en un país que, sin embargo, veía aumentar su riqueza global. Ambas obras compartían preocupaciones, pero solo el estilo de Steinbeck, cercano a lo periodístico (frases cortas, lenguaje sencillo y directo), al que añade tanto emotividad como humor y simbolismo, ha conseguido sobrevivir.

Los viajes por carretera a lo largo de Estados Unidos constituyen casi un subgénero propio. Como obras destacables y disponibles en castellano, podéis leer Pasando fatigas (Mark Twain, 1872), En el camino (Jack Kerouac, 1957) y Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta (Robert M. Pirsig, 1974).

No hay comentarios:

Publicar un comentario