lunes, 13 de septiembre de 2021

El hereje

"Una novela requiere, al menos,
un hombre, un paisaje, una pasión".
Miguel Delibes, El hereje (1998)
Premio Nacional de Narrativa 1999

La última novela de Miguel Delibes, autor imprescindible en la literatura española del siglo XX, puede parecer, en principio, muy distinta a su producción anterior. Sin embargo, El hereje refleja las mismas convicciones, preocupaciones y estilo que caracterizan al resto de su narrativa.
Para acompañar vuestro viaje por este extenso relato, señalamos aquí algunos puntos de interés, preguntas y fuentes de información adicional.

1. El propio Delibes identificaba cuatro elementos que estaban presentes en todas sus obras: infancia, muerte, naturaleza y prójimo. Reconocía también que sus personajes solían acabar claudicando ante la presión del entorno.
Estos son, no cabe duda, los temas centrales en El hereje, que trasciende la reconstrucción del pasado para hablar de lo que siempre le interesó o preocupó. Al tratarse de aspectos universales, nos siguen interpelando: la desigualdad social extrema y cómo abordarla desde el (entonces naciente) capitalismo, los avances del pensamiento científico y su influencia en el bienestar de la población, la intransigencia religiosa, el conflicto entre poder y saber, la necesaria renovación del catolicismo y, sobre todo, la libertad de expresión y de conciencia.

2. Como consecuencia de la relación con su padre, Cipriano Salcedo está movido por un permanente deseo de huir del frío -tan fuerte en su espíritu que se refleja en lo físico, como se menciona a lo largo de toda la novela-. Solo el fugaz encuentro con una protección que se asemeja a la maternal (Minervina, Teodomira), la pertenencia a una comunidad (el Hospital de Niños Expósitos, el conventículo de Valladolid) o, al menos parcialmente, el éxito comercial (los zamarros y ropillas aforradas) consiguen paliar esta sensación.
Cristiano convencido, el autor incluye en su retrato de la fe del protagonista un aspecto menos luminoso que la expresión de la caridad o su capacidad para cuestionar y modificar las propias creencias. Los excesivos escrúpulos, que se convierten a veces en conductas casi obsesivas, parecen reflejar tanto la forma más habitual de vivir la religión en una sociedad cerrada y opresiva como un resultado más de una infancia llena de temores.

3. ¿Se puede analizar la novela a través del papel que desempeñan las mujeres en su relación con Cipriano? ¿Qué representan Minervina Capa, la tía Gabriela, Teodomira Centeno, Leonor de Vivero y Ana Enríquez? ¿Hasta qué punto sustituyen, de manera imperfecta, a su madre, Catalina de Bustamante? ¿Cómo contrasta con la actitud que mantiene ante ellas su padre, Bernardo Salcedo?

4. La naturaleza, como en tantas otras obras de Delibes, se convierte en protagonista gracias a la observación atenta de sus ciclos y el conocimiento exhaustivo de su diversidad. Para varios personajes -Bernardo y su hijo cuando realizan viajes similares, Pedro Cazalla mientras acecha a las perdices, la sencilla vida de Teodomira en La Manga- supone un espacio de tranquilidad, un marco para el encuentro intelectual o físico e, incluso, un impulso para su evolución.

5. Quizá porque su principal intención era, como hemos señalado, reflexionar sobre temas aún vigentes, el autor solía señalar que El hereje no era una novela de género histórico, a pesar del largo proceso de documentación en el que se embarcó, que dio como resultado una perfecta mezcla entre ficción y marco cronológico -por ejemplo, los miembros del grupo de Cazalla fueron personajes reales y la descripción del auto de fe se basa en fuentes de la época-. Sirven aquí, por tanto, algunas de las reflexiones que hicimos en torno a Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar. ¿Encontráis puntos en común entre ambas obras?
Más allá de la adscripción clara a un género, hay autores que han visto en la novela un deseo de recuperar la memoria histórica, al establecer un paralelismo entre la primera mitad del siglo XVI y la dictadura franquista (autoritarismo, protagonismo de la Iglesia católica en la vida política, tortura, cárcel y ejecuciones, destierro, censura, acoso a la disidencia).

6. Pese a situar la acción en un pasado lejano, el lenguaje y estilo de Delibes siguen siendo reconocibles y, sobre todo, efectivos y adecuados a lo que pretende narrar. A primera vista, observamos su fiel recuperación del habla castellana y de la oralidad, la precisión en el vocabulario sobre la vestimenta y la naturaleza (este glosario os puede ayudar).
Al mismo tiempo, nos muestra su dominio de las distintas modalidades de la narración -diálogo, descripción, argumentación, discurso narrativizado...- que, junto al uso de la ironía y lo introspectivo, se combinan e intercalan para conducir al lector a lo largo del relato.

7. La narración del auto de fe final, basada en los dos que se realizaron en Valladolid en 1559, parece establecer un paralelismo entre la pasión de Jesucristo y la muerte de Cipriano Salcedo. Otros investigadores relacionan la conducta del protagonista con las características del mito de Prometeo. Una muestra más de la hondura intelectual y ética de El hereje, resumen de una vida dedicada a la literatura y la reflexión.


No hay comentarios:

Publicar un comentario