jueves, 10 de marzo de 2022

Matar a un ruiseñor

Harper Lee, Matar a un ruiseñor (To Kill a Mockingbird, 1960)
Las introducciones inhiben el placer, matan la alegría de la anticipación, frustran la curiosidad (...) El Ruiseñor aún dice lo que tiene que decir y ha logrado sobrevivir todos estos años sin preámbulos.
Harper Lee, en una carta a su agente literaria (1993)
La autora con su padre, inspiración para Atticus Finch

Relato de iniciación, gótico sureño, drama judicial, novela costumbrista, literatura juvenil, best seller... El gran éxito comercial de Matar a un ruiseñor (solo un año después de su publicación tenía traducciones en diez idiomas y recibió el Pulitzer de Ficción) y las diferentes lecturas que sugiere han atraído numerosas etiquetas. Durante la tertulia exploraremos estas dimensiones; mientras tanto, adelantamos algunos puntos de interés y, sobre todo, preguntas:
  • ¿Crees que la novela tiene el mismo significado en la adolescencia y en la edad adulta? Si la leíste hace años como una narración para el público juvenil, ¿ha cambiado tu punto de vista sobre ella?
  • ¿Cambia en algún momento la naturaleza del relato? ¿Cuándo pasa de ser un retrato más o menos amable de la vida cotidiana en una pequeña localidad del sur de Estados Unidos a presentar las consecuencias de la discriminación racial y de clase? ¿Hay señales de esa denuncia social desde el principio (por ejemplo, en la escuela)?
  • Uno de los temas centrales es la pérdida de la inocencia, repentina en Scout y progresiva en Jem, al chocar con los peores rasgos de la naturaleza humana. También la figura de Atticus Finch. ¿En qué medida la mirada de sus hijos idealiza al personaje?
Seguramente resulte claro a la más simple de las inteligencias que Matar a un ruiseñor explica detalladamente, en palabras que rara vez son de más de dos sílabas, un código de honor y conducta, cristiano en su ética, que es herencia de todos los sureños.
Harper Lee, en una carta al director publicada en The New York Times (1966)

Uno no entiende a los demás hasta que no considera las cosas desde su punto de vista (...) Hasta que se mete en el pellejo del otro y anda por ahí como si fuera el otro.

  • La empatía y el respeto a ley, como valores que se enfrentan a la intolerancia de buena parte de la población, se remarcan de forma constante. El coraje y la compasión se oponen al odio o la condescencia frente al diferente. ¿Atticus lleva en algún momento demasiado al extremo esta elección ética? ¿El episodio del perro rabioso puede interpretarse, en un plano simbólico, como reflejo de lo que va a suceder después alrededor del juicio a Tom Robinson: la sensación de amenaza, el espectáculo público, la violencia?
  • En la novela hay varias madres ausentes (las de Scout y Jem, Boo Radley o Mayella Ewell) y padres abusadores (Bob Ewell, el señor Radley). ¿Qué concepción de la familia, la crianza y la educación refleja la historia? ¿Hasta qué punto asume Scout como naturales algunos de los mecanismos de discriminación racial y económica en los que ha crecido? ¿Cuál es el papel de las mujeres que influyen, de una manera u otra, en la niña: Calpurnia, miss Maudie, mrs. Dubose, la tía Alexandra?
El ruiseñor de la versión española es, en realidad, el cenzontle, un ave que solo se encuentra en América del Norte. El apellido Finch hace referencia a los pinzones.
  • Aunque no se trata de un relato autobiográfico, Nelle Harper Lee reelaboró su experiencia de infancia en la novela. Creció en Monroeville, una pequeña ciudad de Alabama. Su madre murió pronto y su padre, Amasa Coleman Lee, fue el abogado defensor de dos hombres negros acusados de asesinar a una mujer blanca; tras morir ahorcados, abandonó el derecho penal y se centró en el mercantil. Tenía un hermano cuatro años mayor y un carácter similar al de Scout. Dill está basado en el escritor Truman Capote, que vivía con sus tías y tíos cerca del hogar de los Lee, hasta que se mudó a Nueva York con su madre y padrastro para volver cada verano. Al parecer, cerca de ellos se encontraba una casa siempre cerrada, donde residía una familia con una historia muy parecida a la de los Radley.
  • Pero mucho más determinante para el sentido de la obra fue el clima de discriminación racial al que se enfrentó la autora: las leyes Jim Crow, los juicios de Scottsboro y los procesos de Walter Lett y Emmett Till.
Cuando hubieron transcurrido años suficientes para examinarlos con mirada retrospectiva, a veces discutíamos los acontecimientos que condujeron a aquel accidente. Yo sostengo que Ewell fue la causa primera de todo ello, pero Jem, que tenía cuatro años más que yo, decía que aquello empezó mucho antes. Afirmaba que empezó el verano que Dill vino a vernos, cuando nos hizo concebir por primera vez la idea de hacer salir a Boo Radley.
Yo replicaba que, puestos a mirar las cosas con tanta perspectiva, todo empezó en realidad con Andrew Jackson. Si el general Jackson no hubiera perseguido a los indios creek valle arriba, Simon Finch nunca hubiera llegado a Alabama. ¿Dónde estaríamos nosotros entonces?
  • La novela se construye a partir de una prolepsis (un salto temporal hacia delante). ¿Por qué eligió este recurso la autora? ¿Quizá para reflejar el peso de la tradición o ejemplificar la cadena de consecuencias violentas de actos del pasado? ¿Para asemejar su estructura a la de una narración oral? ¿Alimenta el interés del lector por saber quiénes son los citados y qué ha sucedido?
  • La voz narrativa intenta combinar la inocencia y capacidad de observación infantil con la reflexión adulta, que convierte en ironía el estupor o la incomprensión de Scout hacia algunas reacciones de los personajes. ¿Es creíble? ¿Se puede comparar a la narración en primera persona de Las chicas de campo?

Matar a un ruiseñor
ha conocido también la polémica y la censura -más por el retrato crítico de una sociedad demasiado cercana y similar a la actual que, sospecho, por el uso del término despectivo nigger-.
También generó controversia la publicación en 2015 de Ve y pon un centinela, la primera versión que presentó Harper Lee a la que acabó siendo su editora. Siguiendo sus recomendaciones, cambió la época y punto de vista narrativo, aunque los temas siguen siendo los mismos: las convicciones de Atticus y cómo las evalúa su hija, la justicia, el racismo, la pérdida de la inocencia.
Por supuesto, es recomendable ver la famosa adaptación cinematográfica (Robert Mulligan, 1962) y leer su reciente novela gráfica (Fred Fordham, 2018). ¿Qué se mantiene, gana o pierde en la traducción a otros lenguajes artísticos?

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